21 de junio de 2015

No estaba muerta, andaba de parranda.

¿Qué tal viajeros? No, no es una fantasma la que les habla. ¡No saben lo contenta que me siento al poder estar escribiendo esto! Tanto tiempo fuera del blog me estaba preocupando.

Descuiden, mi ausencia no se debe a que no quería seguir con el blog, ¡Eso jamás! Pero, todavía sigo sin computador (estoy en modo uso-el-computador-de-quien-sea-que-me-lo-preste, término largo, como mi tiempo sin pc). Y, para remate, también se me ha dañado el celular. —Oh, Gisselle, pero que mala suerte tienes—. Me orinó un gato, o algo así.

Me encantaría decir "Pero, no hay problema, tengo varias reseñas para publicar" porque no he leído mucho.

Pero, ahora que he salido de "vacaciones" (y lo coloco entre "" porque, realmente, no tengo vacaciones todavía), bueno, ahora que ya he terminado clases en el colegio, intentaré dedicarle más tiempo a la lectura. Sobre todo porque solo compro libros y no los leo —deberías dejar de ser lectora/compradora compulsiva para que no se te acumulen las lecturas—. Lo intento, pero no puedo.

He estado pensando en dedicarle un tiempo a la literatura más vieja. Digo vieja en plan autores conocidos y viejos. Ehm, ¿Me hago entender? Sea como sea, he tomado prestado de la biblioteca de mi abuelo Cuando quiero llorar no lloro de Miguel Otero Silva. Y, así, intentar leer más clásicos. Esto, no solo para enriquecerme con la lectura y porque me llaman la atención, sino porque estudiaré Letras en la universidad y si vieran el pensum de estudio ¡Da miedo! Y no quiero llegar a la carrera como una "inculta", o, espero no sentirme así.

¡Hasta aquí llega mi post!
Espero hayan tenido unas buenas semanas durante todo el tiempo de mi ausencia.
Bon voyage!